también hay un ciudad
que siempre brilla bajo luces amarillas
blocks apilados y paredes sin revoque
en pequeños charcos oscuros
el temor y la falopa barata.
arriba de un colectivo vacío
al poeta de mi ciudad
algo que debería saber,
leo de corrido,
no me dice nada.
acá no estuvo.
en canchas de cemento
las chicas juegan al fútbol
la tela rota deja escapar
la pelota, y algo más también,
como siempre.
una clase de zumba
y las sangucherías que escupen frito,
solo nos queda nuestro cuerpo,
los deseos están en otro lado de la ciudad,
no entendemos lo esencial,
no nos importa,
estamos en la avenida,
la canchita de cemento,
y el alambrado roto, los charcos amarillos,
nos quedamos con nuestros cuerpos.

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