visitas

los domingo a la mañana suelo ir
al cementerio,
un lugar que parece el mejor de los parques
de esta ciudad:
césped corto, arboles con sombras,
bancos,
estacionamientos marcados,
entre placas de mármol con nombres en blanco
y dos recipientes para agua,
 nombres que se pierden en la memoria de sus rutinas:
la gente que camina por las calles,
los que entran y salen de negocios,
los de la fila en cualquier banco,
los que miran la hora en paradas de colectivo,
a mí no me dice nada todo esto, ni me mueve ningún recuerdo
feliz o triste, solo puedo decir que los vi con vida.
y ahora están acá, ordenados en fila,
con el cesped corto
y el sol de la mañana.
gente que desayuna sobre el cesped,
en la parcela,
toman café con panes tibios y ordenan flores
y con agua lavan las placas,
lo mismo que todos los desayunos de la mañana.
no tienen tristezas, vienen a pasar la mañana
a darse un paseo por los recuerdos,
mientras tanto, camino
a buscar el auto,
y el sol  empieza a girar las sombras de los árboles.

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