la misma persona de esta mañana

algunas momentos hacen de disparadores,
creemos en ese instante que se presenta
vestido de diario y nos dice: 
eh, acá estoy, te vine a ver. te traje esto. 
en vos está tomarlo, 
claro que lo sensato sería aceptarlo.
vemos un montón de gente personificando aquello desde las primeras horas,
bajando las escaleras,
limpiando el palier ,
sacando sus autos de las cocheras,
en las ocho horas de trabajo,
buscando un asiento en un día nublado,
mirando sus teléfonos;
estamos obligados a aceptarlo, sin más,
sin resistencia;
lo lees en los diarios,
en las pantallas,
en los labios que te despiden.
caminamos entregados
y olvidamos todo, en todo momento
¿acaso recuerdas lo que sentiste aquella mañana camino al banco?
¿en la fila del banco?
los gestos del cajero
ni la textura de los billetes retienes.
entras a un negocio 
y está esa misma persona que horas antes
se sentó a tu lado,
se reconocen,
ese pequeño acto termina, 
no te despides, 
solo agradeces con amabilidad;
podemos sacarnos del hombro la mano del destino y seguir.


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