hay un eclipse en la pantalla

después de dar vueltas y con todo cerrado
paramos el motor y la calefacción frente a un bodegón
vacío y con el jefe leyendo un diario que no es de hoy,
un viejo al que ya no le importa las primicias del mundo.
esta noche hace frío y esta noche hay eclipse lunar
es lo que informa la pantalla, cuando nos sentamos al lado de la estufa,
en vivo desde sudáfrica esperando que la noche sea noche
y esta noche es invierno.
nos encontramos en la calle y los invité a cenar
para estar acompañado a cierta intimidad que he olvidado.
sus rostros tibios y las bromas herméticas que solo ellos saben reír. 
pedimos carne y papas fritas porque cuando se quiere conversar
la carne y las papas permiten cierta fluidez,
en la boca la carne asada se engulle con la rapidez de lo conocido
y las papas en la mano permiten dibujar figuras en el aire.
otra vez un eclipse, otra vez la misma explicación del fenómeno,
la gente se olvida al mismo momento en que los astros circulan con normalidad 
otro eclipse, otra vigilia, otra vez acá
esperando una tira de falda y papas fritas,
otro eclipse que no veremos hasta el próximo siglo,
en la ciudad no se ven las estrellas -decimos-
en la noche los faros son líneas rectas.
a ellos poco les importa, no verán el eclipse.
después de conducir harán el ritual de los astros,
colgaran sus camperas en sillas de madera,
se sentaran al borde de la cama viendo como el otro se desanuda los cordones de las zapatillas
alguno dirá que tiene los pies fríos y húmedos
en silencio acarician sus pies
y se dirán algo que no incumbe a los ajenos.
pienso en el eclipse
quisiera verlo por ver nomás
pero hace frío.
hay un ruso que cosió  un perro con dos cabezas
sería momento de ver ese documental desde la cama,
que el eclipse espere hasta la primavera
o que vuelva el próximo siglo.






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