la resolana sale


bajo por calle 25 hasta el boulevar 
el tráfico a esa hora es pesado de este a oeste,
que es donde vivo;
la hora del almuerzo y la salida de clases,
lo dicen varios.
es solo una cuadra que tengo que caminar
para subirme a mi auto
y esperar varios minutos para que me den paso para salir del estacionamiento.
entonces está la resolana. 
y por un tiempo corto parece que va a ir bien.
hace unos días me había olvidado la billetera en mi laboratorio
y tuve que volver por la tarde.
y lo que era ya no lo es.
el mercado de la esquina no tiene la urgencia del almuerzo,
los deseos de los niños al volver,
la bebida fresca 
y el pan crujiente;
donde veo trozos de carne roja colgando 
ahora mi cara deformada en el reflejo del aluminio picado por el oxido,
mi cara hinchada y sin expresión.
y la mujer de brazos cortos que cobra el estacionamiento
y el muchacho que dormita en el puesto de revistas y diarios
no están.
solo queda recoger mi sombra por ahí
y un eco hueco
malgastar la plata 
no sé muy bien de qué se trata
pero la mujer de brazos cortos, 
con las boletas del estacionamiento apretadas 
-con la fuerza de los obreros al levantar  pesadas barras de hierro- 
en sus axilas,
en tono quebrado da una respuesta a quien  parece ser su pareja. un tipo común, sin pinta de ningún trabajo ni nada.
y el muchacho que dormita en el puesto de revistas y diarios
-ya despierto-
me sonríe con la estupidez de querer comentarme lo que está pasando
pero sigo.
sólo cruzaré a la vereda donde mi sombra quedará con sus pares de los edificios y después de varios intentos lograré sacar mi auto.

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