su medida son terrones de azucar

la ciudad siempre nos cobija
desde la mañana
hasta la noche
nos cae su humo
pesado de vehículos.
nos abraza a la noche.
nos encierra en un café
donde miramos
nuestras vidas.
que son iguales a
todas
donde nada puede cambiar
y si cambia
estamos tristes,
una victoria pírrica.
una ciudad para dos gordos
en un café.
una ciudad,
que exhala humos pesados
de carbonos
en sus puestos de parrilla
periféricos.
charlan
en la madrugada
de las traiciones
de las trampas del amor
de ser engañados
alegres de tanto amor correspondido
que dejamos en
esta mesa
de café.

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