el calefactor funcionó todo el fin de semana

todo lo que hicimos
fue ir al supermercado
y pagar las tarjetas,
mirar cortinas
qué bien quedarían vistas desde la cochera.
una luz de neón blanco
cayendo sobre nosotros
en nuestra sala
con ropa limpia tendidas en sillas,
todavía sin planchar.
cuarenta y ocho horas
de zapping en el cable
y charlas para reencontrar
el deseo que se fue.
rendidos con los brazos
en la mesa
un domingo



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